lunes, 25 de abril de 2016

Los Enemigos del Desarrollo Infantil Saludable


Nota: en el  artículo hablo de “bebé” y “niño”, pero me estoy refiriendo a niños y niñas.

Criar un bebé es una tarea difícil, por varios motivos: para el bebé es difícil ser bebé, y para el adulto, es difícil acompañar a alguien que lo está pasando mal. El bebé emite señales y el adulto debe interpretarlas, éste y no siempre lo logra.
Para colmo, vivimos en una época en la que los conceptos acerca de la crianza son diversos, diametralmente opuestos me atrevería a afirmar. Se suelen encontrar artículos en los que se recomienda dejar llorar al bebé para que “no le tome el tiempo al adulto”, y otros en donde se fundamenta por qué hacer semejante cosa es perjudicial para el niño.
Se recomienda estimular al bebé para que desarrolle sus potencialidades al máximo, y otras voces desrecomiendan rotundamente la estimulación, porque explican que en realidad limita el desarrollo. Y así las jóvenes madres se encuentran en la disyuntiva de elegir de acuerdo al fundamento con el que se identifican, aquél que les hace más sentido, o quizás aquél que ha primado en su familia como hábito de crianza, sin cuestionamiento alguno acerca de sus posibles efectos.
No ha de faltar el temido comentario del entorno mayor “a ti te hemos criado así y bastante bien has salido” o lo que es peor aún, cuando los mismos padres justifican enfoques nocivos de crianza con el “a mí me han criado así y soy una persona de bien”.
Pero, entonces ¿cómo saber? ¿qué está “bien” y qué está “mal”?
Existe al menos una respuesta inequívoca que nos puede guiar en todo momento, y esta respuesta es LA FISIOLOGÍA. La fisiología es el comportamiento espontáneo del organismo para regularse y desarrollarse. Es inequívoca, indispensable e inevitable. Tiene una expectativa que debe ser satisfecha. Un ejemplo muy sencillo de la necesidad de satisfacción de la fisiología es el sueño. Si no llegamos a dormir la cantidad necesaria de horas, comenzamos a debilitarnos, a fallar en nuestras acciones y si seguimos sin respetar esta necesidad, finalmente redundamos en un deterioro generalizado de la salud.
 Si nos alejamos de ella, enfermamos físicamente. Si nos seguimos alejando, enfermamos psíquicamente.
Dos errores graves que los adultos cometen durante la crianza de sus hijos.
1 NO ATENDER LAS SEÑALES DEL BEBÉ.  
Hablando acerca de lo que un bebé necesita, desde el punto de vista de la fisiología, es contacto permanente con el cuerpo de su madre, lactancia a respuesta, atención personalizada (por ejemplo durante el cambio de pañal, no hacerlo de manera mecánica ni estandarizada, sino contándole al bebé qué se le está realizando en su cuerpo). Todas estas satisfacciones lo convertirán en un ser seguro, porque las respuestas que obtiene de su entorno le confirman lo que estuvo sintiendo. Un bebé que llora por el motivo que sea (hambre, sueño, miedo) y no es atendido, comienza a confundir sus propias sensaciones, con válidas o no válidas. Porque si fuesen válidas, serían atendidas, ¿verdad? Y entonces si nadie se ocupa de ellas, es que lo que le ocurre no es importante, o no es correcto que le ocurra. Con el tiempo, el bebé aprende a no emitir señales de disconfort. Este patrón de “no pedir”, de sumisión ante el disconfort, ya está formateado en su cerebro y a menos que en su vida consciente pueda observar que se trata de un aprendizaje forzado, pero antifisiológico, y por lo tanto trabajar para revertirlo, esta persona estará en realidad preparada para someterse a las decisiones de otras personas, por más caro que sea el precio a pagar por esta sumisión.
No atender las necesidades del bebé conlleva a consecuencias gravísimas, muchos autores se han ocupado de describirlas, sólo he apenas esbozado con ligereza un tema que ha sido descripto en volúmenes enteros.


2 LA ESTIMULACIÓN
Este punto es muy extenso y aparentemente muy controversial. Sugiero que se lo lea con detenimiento para no perder detalle, porque será muy necesario tener claros los argumentos para poder esclarecer la posición tomada al respecto.
Creer que el bebé necesita ser estimulado para desarrollar su potencial es la idea que más difusión tiene hasta el día de hoy. Ya sabemos que dejar llorar a un niño es nocivo para su cerebro. Hay estudios que lo confirman. Incluso datos duros, imágenes cerebrales de niños expuestos al llanto y sufrimiento que demuestran que su cerebro tiene un desarrollo más pobre que aquel niño que conoce las respuestas adecuadas a sus necesidades. Pero sobre la estimulación, no hay mucho desarrollado aún, o al menos que esté masivamente difundido. En todas las carreras enfocadas a los tratamientos de personas de cualquier edad con algún déficit, la orientación siempre es a la estimulación. Soy Musicoterapeuta y doy fe de ello. Las profesionales formadas (y formateadas)  en otras carreras análogas (terapia ocupacional, estimulación temprana) dan cuenta de este enfoque. “El niño tiene que“es el mandato silencioso que tienen en su cabeza todo el tiempo. Considero necesario definir a qué llamo “estimulación”. Es una experiencia artificial, no creada por el niño, pero sí para él, destinada generar una respuesta que satisfaga al adulto o a las expectativas que el adulto tiene de determinado niño o de un grupo. Se basa en los resultados a los que un niño llega, o a niveles evolutivos esperables (estimular a un niño a realizar determinado movimiento con alguna parte de su cuerpo, el ejemplo más común es colocar el niño boca abajo para que levante la cabeza y “fortalezca” la musculatura paravertebral cervical), procurando anticiparse a lo que sabe que ocurrirá espontáneamente, y desarrollando una técnica que supuestamente provocará dicho resultado.
 Someter a un niño tanto a sesiones de estimulación como a experiencias estimulatorias lo lleva a creer que no puede lograr nada por sí mismo. Formatea su cerebro en el modo “necesito ayuda”*, yo solo no sé /no puedo/no se me ocurre/no soy capaz.
* Esta combinación con la anterior “cuando necesito ayuda no la obtengo” puede ser catastrófica para el niño, porque lo lleva a un estado de indefensión y sometimientos muy profundos. En definitiva, el adulto lo “ayudará” cuando crea conveniente.
El niño pierde toda libertad de acción y creación. Su mirada queda enfocada hacia el adulto, como pidiendo permiso o preguntando si así “está bien”, está haciendo lo que se esperaba de él.
¿Qué más se pierde? La espontaneidad, la curiosidad, la riqueza de aprendizaje, el orden genuino y la manera en el que el desarrollo iba a ocurrir.
¿Qué se obtiene?
·         Una relación estímulo – respuesta. El niño responde siempre y cuando exista el estímulo. Pero cuando este no existe, ¿qué hace entonces el niño? En el mejor de los casos, pide. En el peor, espera.
·         Pobreza de acciones y de iniciativa: el niño sólo aprendió a ejecutar aquello para lo que se lo ha entrenado. A veces voy a las plazas (a sufrir, sinceramente) y observo a los niños jugar y a sus acompañantes. Muchas veces son sus madres, algunas ocasiones su padres, algunos abuelos y personal doméstico, niñeras, etc. La escena del niño que pierde el equilibrio, cae al suelo, queda inmóvil (ni siquiera atina a intentar levantarse) el adulto se acerca y lo pone de pie como si se tratara de un maniquí, se ha repetido delante de mis ojos con todos los adultos que he mencionado. El patrón instalado es grave: no sabemos si no sabe ponerse de pie, o si no cree que puede hacerlo, o si cree que no le está permitido.
·         Limitación de movilidad. Dos ejemplos:
1.       El gateo es parte indispensable del desarrollo de la motricidad. Es precursor de la marcha en la coordinación y en la gestión del equilibrio. Los niños que son puestos en posición sentada por parte de los adultos no aprenden a salir de dicha posición, porque no construyeron la llegada, no pueden deconstruir la salida. Muchas veces como consecuencia no llegan a desarrollar el gateo. A veces logran desplazarse dando saltitos con el trasero. Otras ni siquiera lo intentan. El adulto determinó que debía quedarse en ese lugar con sus juguetes, y allí queda, a veces horas. O llora.
2.       La colocación en decúbito ventral, desde ahora DV(panza abajo) para que eleve la cabeza y ejercite la musculatura del cuello. El bebé, si es colocado de espaldas, logrará dominar la rotación de su cabeza y el precario equilibrio que implica mantener alineada su columna en sus diferentes segmentos (cabeza, cervicales, dorsales lumbares y sacro-pelvis) antes de animarse a cambiar de posición en el espacio. Luego va tanteando colocarse de costado hasta que finalmente logra colocarse por sí mismo en DV. Para lograrlo, ha elevado sus piernas millones de veces, a tonificado su musculatura abdominal, ha integrado todo su cuerpo en el movimiento. Cuando llega por sí mismo a la posición boca abajo, domina muchas posiciones intermediarias y hace todo de manera voluntaria y electiva. En cambio si es colocado de muy pequeño en DV , el bebé se ve forzado a levantar la cabeza repetidas veces porque la posición resulta muy incómoda (muchos bebés suelen llorar cuando el adulto los coloca en esa posición) interfiere con la respiración, y el movimiento, lejos de ser voluntario, es REFLEJO y defensivo. Lo hace porque no puede hacer otra cosa, pero tampoco puede seguir así. Dicha ejercitación disocia además el funcionamiento de las cadenas musculares. El bebé no integra el movimiento con toda la musculatura paravertebral, porque aún no la “ha conectado” a su conciencia y sus sistema nervioso aún no se ha mielinizado como para lograr dicha conexión. Provoca distensión abdominal (recordar que el bebé necesita abdominales tonificados para lograr sentarse), por lo que finalmente esta posición termina por obstaculizar el desarrollo de la motricidad: el bebé no se sentará, lo sentarán, no gateará, tendrá un equilibrio precario, lo pondrán de pie, lo obligarán a caminar, porque no hace nada por sí mismo y “necesita estimulación”.
BEBÉ QUE HA SIDO COLOCADO EN DV SIENDO DEMASIADO PEQUEÑO. PADECE EL PESO DE SU CABEZA.




BEBE QUE ESTÁ APRENDIENDO A GIRAR SOBRE SI MISMO DE MANERA AUTÓNOMA. OBSERVAR TODO SU CUERPO INTEGRADO AL MOVIMIENTO Y A LA POSTURA





BEBÉ QUE HA LOGRADO DARSE VUELTA POR SÍ MISMO





Finalmente el niño termina haciendo todo, caminar, etc., (recordar, la fisiología es inevitable) y el adulto, en su mala lectura, cree que fue gracias a su intervención.
No ve que la pérdida de la iniciativa lo convierte en esclavo de sus intervenciones, porque el niño pide y demanda que se ocupen de él, porque ha perdido la oportunidad de conocerse y hacer lo que le gusta.
Este tipo de experiencias forma parte de los factores que generan a un niño con poca capacidad para gestionar su frustración, con enorme sensibilidad, que estalla en llanto “de la nada”, que siempre está enojado o con el ceño fruncido, y con predisposición a la violencia.
La frustración es precursora de estas situaciones y un niño cuya fisiología del desarrollo ha sido sistemáticamente frustrada, padece de un desajuste biológico, y también emocional, como describí al principio del artículo.

¿Entonces?
Por último, no estimular no es abandonar. Ni tampoco dejar que haga  lo que quiera. Es acompañar. Estar junto a mientras hace. Pero no hacer-le (sentarlo, rodarlo, etc.). Si el niño no sabe que existe la postura a la que algún día llegará, tampoco tiene la ansiedad por alcanzarla. Disfruta de su aquí y ahora, porque eso es su máximo en este momento. Se permite posarse y transitar su camino con total placer y tiempo para conocerse y conocer el mundo que lo rodea.
El adulto es el responsable de brindar un entorno seguro, vestimenta adecuada, que no limite los movimientos y permita éxito total en su autoexploración, y la del entorno. Mostrará el encuadre, cuál es su espacio destinado a su actividad, con qué elementos podrá experimentar, qué se puede hacer y qué no. Son los niños que llegan a un lugar y observan absolutamente todo el espacio antes de decidir qué hacer. No tienen apuro por abalanzarse, más bien todo lo contrario. Evalúan muy bien dónde están, con quiénes, qué pueden hacer  y con qué. No es desconfianza, es prudencia. Son cuidadosos de sí mismos y de los otros niños. No molestan, y tampoco permiten que los demás lo hagan.
Incluso, respecto de las situaciones de prematuridad, síndrome de down, hipotonía, etc. (diagnósticos ante los cuales hay una indicación casi directa e inmediata de estimulación), tiendo a ver a ese niño como perfecto tal cual es, (no necesita alanzar un ideal) y a observarlo respetuosamente para determinar si realmente es necesaria o no, una intervención. La indicación de intervención debe ser sumamente cuidadosa y destinada a afinar sus habilidades, para ayudarlo a estar más conforme con sus propios resultados. Por lo pronto, deberán ser realizados a un niño que sea consciente de sí mismo, y que él pueda administrar cuánto, cuándo y qué, con el objetivo permanente de que siempre se sienta dueño de su destino.

A veces me pregunto para qué existen tantos cursos de desarrollo personal. He formado parte de algunos, y la mayoría de las personas que participaban, expresaban disfunciones profundas, hablaban de su infancia y de las enormes limitaciones que padecieron por parte de sus adultos. Como para pensarlo.


Ejercicio: comparto diferentes ejemplos de actividad autónoma y actividad dirigida.
Observarlos y preguntarse cuál genera sensación d comodidad y placer, o frustración y malestar. Bien, ahora imaginar lo que podría producir en el propio niño.
 4 horas de juego en 5 minutos un bebé hace de todo, sin intervenciones del adulto.
un encuentro de juego libre niños que se organizan en el juego de manera autónoma

lunes, 4 de abril de 2016

La Suegra Buena Onda y la Suegra Infumable. Por Melina Bronfman (Futura suegra) Pd, aplica a la propia madre.





Cuando las mujeres nos convertimos en madres, muchas veces ingresamos sin saber en la carrera de desafíos más increíble, interminable y estresante de nuestra vida. Eso solemos sentir, sobre todo los primeros meses, en los que recién conocemos un bebé, que además es recién nacido (fragilidad total, llanto  desgarrador, nosotras re verdes en el tema, etc.). Convengamos: es la peor combinación! Porque si te toca bebé inexperto (hace poco que es bebé) y mamá experta, todo bien. O bebé experto, y mamá inexperta (podría ser cuando una amiga se ofrece a cuidarnos nuestro retoño para que por ejemplo hagamos un trámite ineludible), el bebé la pasa mal, pero la amiga si le pone onda enseguida entiende sus mensajes. El niño ya sabe lo que necesita, sabe comunicarlo insistentemente hasta obtener la satisfacción que necesita.
Pero con bebé inexperto y mamá inexperta, se ha formado una pareja del caos, y del que se sale únicamente con 1, información válida, 2, tiempo y 3, confianza.Este dúo, del que el papá en principio es un espectador, muchas veces proactivo (porque sabe qué necesitan su hija/o y su compañera, y lo provee) y muchas otras pasivo o reactivo (porque no sabe qué cornos hacer, recordar el ítem *información válida). Muchas otras no es siquiera un espectador, porque ya tuvo que reincorporarse al trabajo, y entonces se deben poner en marcha los mecanismos de ayuda logística para ese dúo.

Durante el periodo de aprendizaje la joven madre necesita ayuda para sobrevivir. comer, dormir, vestirse, ir al baño pasan a ser acciones que no siempre logra llevar a cabo del todo exitosamente, y para colmo, el no lograr hacerlo, puede convertirla ser blanco de críticas por parte de quienes la rodean.
Nadie duda de que quizás (y muy desacertadamente) lo hagan con la mejor de las intenciones (¿existe la  persona que quiera ser "mala algo"? ( mala madre, mala amiga, mal padre, mal jefe, etc). Esto no quita que la joven madre se sienta terrible, se entristezca o se violente ya sea contra su entorno, o a veces lamentablemente contra su propio bebé, porque es "quien la está poniendo en esta encrucijada".

 Abuela materna, abuela paterna. Tías. Amigas. Personal contratado. Todas deben estar al servicio de la madre, porque estamos ante la necesidad de cumplimiento de la Ley Nr 1 del puerperio.

Ley nr 1 del puerperio: Una madre reciente necesita que alguien se ocupe de ella para que ella pueda ocuparse de su bebé. La comida, la limpieza básica de la casa, las compras, la ropa. No se hacen solas, son casi imprescindibles para la cotidianeidad. Alguien tiene que hacerlo o al menos ayudar.
Las que suelen responder con más frecuencia, porque además son protagonistas secundarias o de reparto del evento, son las madres y las suegras. De paso, quieren estar con su nieto nieta. A veces es al revés. Como excusa para estar con su nieto o nieta, van a la casa de su hijo o hija diciendo que van a dar una mano. No importa. Lo que importa es lo que ocurre de verdad.


LA SUEGRA BUENA ONDA
LA SUEGRA INFUMABLE
AYUDA EN TODO LO QUE PUEDE
COMENTA O CRITICA TODO LO QUE HACES
PLANCHA LA ROPA
QUIERE TENER AL BEBÉ PARA QUE PLANCHES
TE LLEVA COMIDA, Y LAVA LOS PLATOS Y ORDENA LA COCINA
SE COME TU COMIDA Y TE DEJA LOS PLATOS SUCIOS
TE LLEVA COMIDA QUE PODÉS COMER
LLEVA O PIDE PIZZA, EMPANADAS O FACTURAS CON MUCHO DULCE DE LECHE Y CREMA PASTELERA
CUANDO TU BEBÉ LLORA SE QUEDA EN UN RINCÓN, EN SILENCIO,ESPERANDO EVENTUALES INSTRUCCIONES O PEDIDOS
CUANDO TU BEBÉ LLORA, TE PREGUNTA SI TU LECHE DE VERDAD SERÁ BUENA PARA ÉL, SI NO SERÁ MUCHA O POCA, Y CUESTIONA TODAS TUS ACCIONES.
SE SOLIDARIZA CON VOS, TE CUENTA CÓMO LO VIVIÓ ELLA
DESCONOCE LO QUE TE OCURRE, NIEGA TUS EMOCIONES
HABLA POCO Y HACE MUCHO
HABLA MUCHO Y NO HACE NADA
PIDE PERMISO PARA TOMAR AL BEBÉ
TE LO ARRANCA DE LOS BRAZOS
TE PREGUNTA CÓMO LO TOMÁS, CAMBIÁS, IMITA TUS MOVIMIENTOS PARA QUE TU BEBÉ NO SUFRA EL CAMBIO DE MANOS
PROCURA IMPONER LO QUE ELLA SABE Y NO LE INTERESA APRENDER. COMO TU BEBÉ SUELE LLORAR APENAS LO TOMA, TE LO DEVUELVE COMENTANDO QUE “LO ESTÁS HACIENDO MUY MAMERO”
LLEGA A TU CASA EN PUNTILLAS DE PIE, SI TU BEBÉ DUERME TE AYUDA CON ALGÚN QUEHACER PENDIENTE (QUE SIEMPRE HAY MILES)
LLEGA A TU CASA CON ESTRUENDOS DE PAQUETES, BOLSAS Y REGALOS. SI TU BEBÉ ESTÁ DURMIENDO LO DESPIERTA “ACCIDENTALMENTE”, Y COMO LLORA Y SOLO SE CALMA CON TETA TE CRITICA POR HACERLO MUY “MAMERO”
TE HACE SENTIR QUE HACES LAS COSAS BIEN. SU PRESENCIA TE ALIVIA.
TE HACE SENTIR QUE SOS MALA MADRE. SU PRESENCIA TE FRUSTRA Y ESTRESA.

Se supone que es el momento más trascendental de nuestra vida. Pero en vez de vivirlo bien, muchas familias se distancian, intercambian críticas veladas o explícitas. Algunos dejan de hablarse. Los abuelos se ofenden. ¿Por qué sucede esto? Por las diferencias transgeneracionales, o diferencias de paradigmas en la crianza. Aún hoy, con toda la evidencia científica a favor, están arraigados los conceptos de que “tanto” amor les va a hacer mal, que hay que frustrar y hacer llorar a los bebés, que tienen que curtirse para afrontar los momentos duros de la vida, y hacen dudar o cuanto menos hacer sentir mal a los padres y madres que se entregan incondicionalmente a amar a sus hijitos.
Cuando esto sucede, lo ideal sería poder subsanar las diferencias, porque si no, TODOS SALEN PERDIENDO.

Errores comunes de las suegras “infumables”:

  • ·         Subestimar la capacidad de sus hijos de aprender a ser madres o padres
  • ·         Creer que si no lo hacen como ellas (las suegras) creen que debe hacerse, ellos (su hijo y nuera) lo están haciendo MAL
  • ·         No cuestionarse si es que en realidad fueron ellos los que no tuvieron la información adecuada
  • ·         Priorizar su necesidad de ser tenidos en cuenta a la necesidad de la joven madre de ser ayudada.


Soluciones para dejar de ser suegra (o madre, amiga o tía) infumable:
·        

  •       Aceptar las diferencias de criterios. Por encima de cualquier desacuerdo debe existir el RESPETO.
  • ·         Aceptar que tu momento de criar ya ocurrió. Este es el momento de acompañar las decisiones tomadas por los hijos.
  • ·         Hacer el duelo: si descubriste que “hiciste todo mal”, que fuiste mal asesorada, que te perdiste horas, días, meses y años de mimos con tu hijo o hija, no vas a “desquitarte” con tu nieta/o. Este es su momento con su mamá y su papá, y es importante ayudar a que esta vez sí ocurra.
  • ·         Sincerarse con el ego: no vas a ser peor abuela si admitís que no entendés qué hace tu nuera. A lo mejor es una bella oportunidad para acercarse y emocionarse juntas. Dejar de competir y formar equipo.


Conclusión:
Si sos la suegra, lo mejor que podes hacer es aflojarte y acompañar el proceso.
Si sos la nuera, pedirle sincera y claramente la ayuda que necesitás, y aceptar que si no puede, no hay problemas, pero que por favor no te haga sentir mal con sus comentarios, no tenés energía para defenderte o discutirle.
Creo que una buena dosis de verdad acerca las emociones y permite un recorrido del proceso aceptando los roles, pero también posibilitando el sentir que se es nuevamente manada.

Ojalá puedan. 

viernes, 25 de marzo de 2016

La envidia del pene…¿O la envidia de la teta?


Como acompañadora de procesos fisiológicos en el desarrollo, tengo el privilegio de conocer decenas de mujeres y varones que se estrenan en la materpaternidad.
El viaje es largo. El desarrollo de un ser humano en su etapa inicial abarca los primeros 7 años de vida como fundantes de sus patrones emocionales, cognitivos, lingüísticos, corporales, de salud, vinculares, e incluso en otras dimensiones que no todos los consideran válidos (espirituales).
Este viaje, el bebé-niño no lo comienza solo. Despega de su madre. El despegue debe ser oportuno. Si lo hizo antes de estar listo, continuando la metáfora, quizás no pueda volar muy alto, o necesite hacer varios aterrizajes de emergencia, quizás a lo largo de toda su vida.
Parte del viaje, gran sustento del mismo, (y parte de lo que llamamos apego fisiológico) es la experiencia de la lactancia. Ser amamantado, más allá del primero año, del segundo, del tercero, del cuarto.
La edad fisiológica del destete y desleche humano está promediando los 6 años de vida (entre 5 a 7), práctica que en occidente es casi desconocida, aunque satisfaga (como todo evento fisiológico) los más altos estándares de salud. http://m.bebesymas.com/lactancia/la-edad-natural-del-destete-va-de-los-2-anos-y-medio-a-los-7-anos-entrevista-a-la-antropologa-kathy-dettwyler .
Sin embargo, como la mayoría de la población occidental desconoce este dato, suelen rechazar a las pocas, pero cada vez más mujeres que se informan y deciden extender la lactancia más allá de los dos años (fecha límite de fantasía, porque la OMS recomienda amamantar como mínimo dos años, y ponerle fin cuando madre y niño lo decidan).
Una mujer puede decidir amamantar a largo plazo por varias razones, algunas de ellas pueden ser estas:
·         Sabe que es lo mejor de lo mejor. Lo que se considera Premium en el paradigma industrial.
·         Es gratis. Comparando con el dinero que tendría que gastar en comprar alimento para su hijo, son X años de alimento (Premium) gratis.
·         Es práctico. Para estas madres, amamantar es muy fácil (comparando con una mujer que no lo haga, independientemente de las razones): saca una teta y la leche está lista.
·         Es placentero. Para ambos.
·         Sabe que protege inmunológicamente a su hijo cada vez que lo amamanta. (Es curioso porque algunas estrategias de márketing le adscriben estas propiedades a los productos lácteos industrializados, cosa que es absolutamente falsa).
·         Sabe que es saludable para ella. Cuantos más años de amamantamiento, menos riesgos de desarrollar cáncer de mama (El riesgo se reduce en 4,3% por cada 12 meses de lactancia). https://www.aecc.es/SOBREELCANCER/CANCERPORLOCALIZACION/CANCERMAMA/PREVENCION/Paginas/factoresderiesgo.aspx
Por lo tanto, una vez informada la mujer, y decidida, aparentemente no tendría más que entregarse al proceso. Sin embargo, no es así. La mujer que decide amamantar, se enfrenta a una legión de adultos desinformados que no hacen más que criticarla y hostilizarla por haber simplemente elegido otras prácticas de crianza, incluida la lactancia.
Para la madre, esta circunstancia es muy desafortunada, porque su círculo íntimo (familia cercana y amigos) deberían ayudarla a sostener sus elecciones, o como mínimo, respetarla y no boicotearla.
Muchas mujeres atónitas por la falta de empatía de su entorno, en el intento de generar el apoyo que necesitan por su parte, procuran explicar sus decisiones explicando y fundamentando con información válida sus acciones (lo que no significa que su entorno esté eufórico de deseo de aprender), colocándolas en una posición muy agotadora, de justificación, cuando ellas solo necesitan ayuda, o al menos respeto por sus decisiones.
Ahora bien, ¿qué ocurre con el entorno, que es incapaz de observarse, de controlarse en sus opiniones, de verse generador de stress, de incomodidad, quebrando la confianza que todo vínculo necesita para florecer y crecer?
Es notable quienes se suelen escandalizar ante la visión de una niña o niño siendo amamantado, son personas que por lo general no tuvieron esa experiencia, ni tampoco acceso a la información de manera oportuna.
Sin embargo, creo que no es todo. Muchas veces hemos visto a alguien desempeñarse de manera opuesta a nuestras expectativas y sin embargo no explotar, ni tomárselo de manera personal, tal como vemos las reacciones en lo que respecta a la práctica del amamantamiento.
Pareciera que realmente se lo tomaran a modo personal. Casi como un cuestionamiento a su propia vida, a su propia historia.
Si no amamantaron de esa manera, se sienten cuestionadas. Como si subyaciera esta conversación “Vos y yo hacemos cosas diferentes. Alguien lo hace mal. Yo, no”. Si no fueron amamantados/as, el sentimiento es quizás un poco más doloroso. “Yo no tuve eso. ¿Por qué él/ella sí??”
Este es el punto de la verdad, el de la herida histórica. El amor duele, cuando no lo tuvimos.
No obstante, creo que cuando la mujer que se siente hostilizada es capaz de verlo, ya no siente ser la legítima destinataria del mensaje.
Puede emocionalmente abrazar ese dolor y seguir en su tarea de, justamente no generarlo en su cría.
Cuando Freud formuló su teoría de la envidia el pene, lo hizo probablemente desde una mirada totalmente falocéntrica, y considerando que el pene y la experiencia de ostentarlo era lo más regulador del mundo.

Sin embargo, a la vista de las reacciones más insólitas ante la simple imagen de una madre dedicándole su cuerpo, su tiempo y su amor a su cría, se desprende la duda de si no habrá acaso otro tipo de envidia, más primal, más legítima, que es la de desear aquello que se necesitó y por algún motivo, (lamentablemente, muchas veces cultural) no se tuvo.
En definitiva: la envidia del apego, o el dolor de no haberlo vivido.



sábado, 12 de marzo de 2016

Aprendizajes de un difícil encuentro de crianza



Hace unos días coordiné como tantísimas veces en mi labor profesional, un encuentro de crianza para madres y padres, al que normalmente vienen con sus hijos.

¿Qué es un encuentro de crianza? Es un espacio compartido de padres e hijos. Los hijos están presentes por dos motivos principales: los padres trabajan gran parte del día y no quieren sacrificar más horas de ausencia. Los padres concurren para chequear datos, dudas acerca de la crianza de sus hijos, por una sencilla razón. Los paradigmas de la crianza están cambiando y no suelen tener referentes en su propio entorno, por lo que vienen a verificar si lo que están haciendo es lo adecuado, o si su hijo tiene un comportamiento agresivo o disfuncional (sueño, alimentación, control de esfínteres, etc.) cómo interpretarlo, y ayudarlo.
Normalmente hago una convocatoria al mes en mi sala. Hago dos turnos, uno para bebés de hasta el primer año, y otro para bebés y niños del 2do y 3er año de vida, ya que sus necesidades son muy diferentes, dado sus momentos evolutivos. Hay lugar para hasta 12 niños, que vienen con la mamá, y muchas veces se suma el papá.
En los grupos del primer año de vida, es interesante que venga el papá, porque muchas veces la transmisora del tipo de crianza es la mamá, y es bastante común que se quede sola, sin apoyo, incluso a veces por parte de su propio compañero.
Así es más común que fracasen las lactancias (o que cuesten muchísimo), o se perturbe el desarrollo del niño, porque cada uno quiere “hacer como quiere” sin tener en cuenta de que el receptor de dos ideas diferentes y de dos procederes diferentes es un mismo niño. Una, acude ante el mínimo malestar del niño. El otro prefiere “que llore, así aprende que la vida no es como le estás haciendo creer”. Una, prefirere colechar, mientras que el otro siente (o su entorno le hace sentir) que “la pareja se pierde”. La madre suele ser criticada por sus elecciones, y también el padre, al “permitir” que ella haga lo que quiera.
El niño suele sentirse más cómodo con uno de los dos estilos, y termina rechazando al implementador del otro. Entonces se la acusa a la madre de aislar al padre, de “echarlo”, de no compartir la crianza, cuando la mamá, está solo protegiendo a su bebé y procurando darle lo que su hijo necesita para estar tranquilo y seguro. O al revés en el caso de que el empático con el niño sea el papá.
Cuando ambos participan de un encuentro de crianza, los dos por igual reciben la información acerca de los motivos por los que el niño necesita lo que necesita, y lo saludable que resulta poder satisfacerlo. A menudo es más fácil que se pongan de acuerdo. Muchas veces los adultos necesitan hacer el duelo de su propia experiencia de crianza. Que resulta que no fue tannn buena como quisieron creer. Y es importante recalcar que a su vez sus padres hicieron lo que en ese momento creían que era lo mejor. Aunque en realidad no era lo mejor.
Los encuentros del 2do año de vida en adelante, son bastante más complejos. En el primer año de vida, nos ocupamos de los adultos, para que puedan setearse de acuerdo a las necesidades del niño. En el segundo grupo, recibimos a niños que ya han sido criados, al menos por un año. Ya desarrollaron un sistema de confianza o de defensa. Ya tienen una acumulación de experiencias que habilitan gestos amorosos o agresivos.

La ecuación más común es  que la frustración de sus necesidades básicas de contacto, lactancia, seguridad, etc, derivan en violencia. Entonces cuando los padres vienen a “quejarse” o a lamentarse de que su hijo está agresivo, pega o muerde, la tarea consiste en hacerles ver que eso no es más que un resultado de lo que los niños estuvieron viviendo.
Hace más de 10 años que coordino encuentros de crianza. Sin embargo, lo que sucedió el viernes pasado nunca había ocurrido antes.
El nivel de agresividad entre los niños que concurrieron era altísimo. No todos, pero sí los suficientes como para convertir la sala en una batalla campal.
Muchos padres atónitos (yo también) y sumamente desconcertados, porque se suponía que venían a un lugar en donde iban a aprender algo sobre sus hijos. No se pudo. No se pudo casi comenzar, que una madre declaró que no se sentía cómoda y prefería retirarse. Elegía proteger a su hijo antes de quedarse a escuchar algo que pudiera ayudarla. Le dije que entendía perfectamente su elección y que estaba de acuerdo. En ese momento todavía (ilusa yo!) creía que podría revertir la situación.
Imposible. Los padres de los “revoltosos” eran los que menos intervenían, porque eran los que desesperadamente habían venido a escuchar una “solución salvadora”.
Son los que han recibido millones de críticas, por “no ponerle límites a sus hijos”, cuando ellos creen que no hacen otra cosa. Sus hijos se parecen al demonio de Tasmania, y sólo les queda atarlos. Todo lo demás ya lo han probado.
El caos de intervenir cada 2 minutos para evitar un golpe a otro niño, o consolar a aquél que ya lo había recibido hizo que en un momento me iluminara (por fin!) y decidiera suspender el encuentro, no sin antes remarcar, que los niños no tenían la culpa de nada. Ellos solo estaban transmitiendo un mensaje, a gritos, que los adultos aun no podían decodificar.

Les pedí que por favor antes de irse, que reflexionaran acerca de lo que todos estábamos viviendo. Que este encuentro no debía caer en la nada, había una lección muy importante para tomar. Indispensable.
Es claro que nadie hace las cosas mal a propósito, nadie quiere ser mala madre, mal padre, mal profesional. Todos deseamos desarrollar nuestro potencial al máximo posible. No es cuestión de señalar “fuiste mala madre”. Jamás. Pero sí, de preguntarse ¿Cómo fue que aprendiste a maternar así? ¿Cómo fuiste maternada? Idem con el papá.
¿Cuántos baches tenemos en nuestra historia, cuánto daño tiene nuestro niño interior, que nos impide conectarnos con el niño que hemos engendrado, gestado, parido y ahora estamos criando?
Se fueron y quedé desolada. Preocupadísima. Es como si viviéramos hoy las advertencias del cambio climático. La Antártida se derritió hoy. La violencia apareció hoy. En niños de tan sólo 2 años.
Es urgente revisar nuestra historia, revisar qué hicimos con nuestros hijos, SANAR lo que no fue, disculparnos, pedir disculpas. Y por favor, generar otra civilización. De esta, ya no podemos esperar nada.

Los niños no pueden más.