Como acompañadora de procesos fisiológicos en el desarrollo,
tengo el privilegio de conocer decenas de mujeres y varones que se estrenan en
la materpaternidad.
El viaje es largo. El desarrollo de un ser humano en su
etapa inicial abarca los primeros 7 años de vida como fundantes de sus patrones
emocionales, cognitivos, lingüísticos, corporales, de salud, vinculares, e
incluso en otras dimensiones que no todos los consideran válidos (espirituales).
Este viaje, el bebé-niño no lo comienza solo. Despega de su
madre. El despegue debe ser oportuno. Si lo hizo antes de estar listo, continuando
la metáfora, quizás no pueda volar muy alto, o necesite hacer varios aterrizajes
de emergencia, quizás a lo largo de toda su vida.
Parte del viaje, gran sustento del mismo, (y parte de lo que
llamamos apego fisiológico) es la experiencia de la lactancia. Ser amamantado,
más allá del primero año, del segundo, del tercero, del cuarto.
La edad fisiológica del destete y desleche humano está
promediando los 6 años de vida (entre 5 a 7), práctica que en occidente es casi
desconocida, aunque satisfaga (como todo evento fisiológico) los más altos
estándares de salud. http://m.bebesymas.com/lactancia/la-edad-natural-del-destete-va-de-los-2-anos-y-medio-a-los-7-anos-entrevista-a-la-antropologa-kathy-dettwyler
.
Sin embargo, como la mayoría de la población occidental
desconoce este dato, suelen rechazar a las pocas, pero cada vez más mujeres que
se informan y deciden extender la lactancia más allá de los dos años (fecha
límite de fantasía, porque la OMS recomienda amamantar como mínimo dos años, y
ponerle fin cuando madre y niño lo decidan).
Una mujer puede decidir amamantar a largo plazo por varias
razones, algunas de ellas pueden ser estas:
·
Sabe que es lo mejor de lo mejor. Lo que se
considera Premium en el paradigma industrial.
·
Es gratis. Comparando con el dinero que tendría
que gastar en comprar alimento para su hijo, son X años de alimento (Premium) gratis.
·
Es práctico. Para estas madres, amamantar es muy
fácil (comparando con una mujer que no lo haga, independientemente de las
razones): saca una teta y la leche está lista.
·
Es placentero. Para ambos.
·
Sabe que protege inmunológicamente a su hijo
cada vez que lo amamanta. (Es curioso porque algunas estrategias de márketing
le adscriben estas propiedades a los productos lácteos industrializados, cosa
que es absolutamente falsa).
·
Sabe que es saludable para ella. Cuantos más
años de amamantamiento, menos riesgos de desarrollar cáncer de mama (El riesgo se reduce en 4,3% por cada 12
meses de lactancia).
https://www.aecc.es/SOBREELCANCER/CANCERPORLOCALIZACION/CANCERMAMA/PREVENCION/Paginas/factoresderiesgo.aspx
Por lo tanto, una vez
informada la mujer, y decidida, aparentemente no tendría más que entregarse al
proceso. Sin embargo, no es así. La mujer que decide amamantar, se enfrenta a
una legión de adultos desinformados que no hacen más que criticarla y
hostilizarla por haber simplemente elegido otras prácticas de crianza, incluida
la lactancia.
Para la madre, esta circunstancia es muy desafortunada, porque su círculo
íntimo (familia cercana y amigos) deberían ayudarla a sostener sus elecciones,
o como mínimo, respetarla y no boicotearla.
Muchas mujeres atónitas por la falta de empatía de su entorno, en el
intento de generar el apoyo que necesitan por su parte, procuran explicar sus
decisiones explicando y fundamentando con información válida sus acciones (lo que
no significa que su entorno esté eufórico de deseo de aprender), colocándolas en
una posición muy agotadora, de justificación, cuando ellas solo necesitan
ayuda, o al menos respeto por sus decisiones.
Ahora bien, ¿qué ocurre con el entorno, que es incapaz de observarse, de
controlarse en sus opiniones, de verse generador de stress, de incomodidad,
quebrando la confianza que todo vínculo necesita para florecer y crecer?
Es notable quienes se suelen escandalizar ante la visión de una niña o
niño siendo amamantado, son personas que por lo general no tuvieron esa
experiencia, ni tampoco acceso a la información de manera oportuna.
Sin embargo, creo que no es todo. Muchas veces hemos visto a alguien
desempeñarse de manera opuesta a nuestras expectativas y sin embargo no explotar,
ni tomárselo de manera personal, tal como vemos las reacciones en lo que
respecta a la práctica del amamantamiento.
Pareciera que realmente se lo tomaran a modo personal. Casi como un
cuestionamiento a su propia vida, a su propia historia.
Si no amamantaron de esa manera, se sienten cuestionadas. Como si subyaciera
esta conversación “Vos y yo hacemos cosas diferentes. Alguien lo hace mal. Yo,
no”. Si no fueron amamantados/as, el sentimiento es quizás un poco más
doloroso. “Yo no tuve eso. ¿Por qué él/ella sí??”
Este es el punto de la verdad, el de la herida histórica. El amor duele, cuando no lo tuvimos.
No obstante, creo que cuando la mujer que se siente hostilizada es capaz de verlo, ya no siente ser la legítima destinataria del mensaje.
Puede emocionalmente abrazar ese dolor y seguir en su tarea de,
justamente no generarlo en su cría.
Cuando Freud formuló su teoría de la envidia el pene, lo hizo probablemente
desde una mirada totalmente falocéntrica, y considerando que el pene y la
experiencia de ostentarlo era lo más regulador del mundo.
Sin
embargo, a la vista de las reacciones más insólitas ante la simple imagen de una
madre dedicándole su cuerpo, su tiempo y su amor a su cría, se desprende la
duda de si no habrá acaso otro tipo de envidia, más primal, más legítima, que
es la de desear aquello que se necesitó y por algún motivo, (lamentablemente,
muchas veces cultural) no se tuvo.
En definitiva: la envidia del apego, o el dolor de no haberlo vivido.