Es la fase más breve. fácil y segura de la reproducción y la única que dado el caso, la mujer puede realizar completamente sola, aunque ello no sea deseable, no por la parte física, sino por la psicológica por que el parto provoca una emoción tal que es conveniente compartirla con una persona amada, el más indicado de todos, el padre del bebé que es bueno que comparta su nacimiento.
El parto es la etapa final, aquella en la que se recoge el fruto, es resultado de una larga espera, el momento en que se satisface una gran ilusión.
Físicamente el parto no es más un simple trabajo muscular. Las fibras longitudinales del útero “tiran” del cérvix hacia arriba, hacia el fondo del útero, al contraerse, al disminuir su longitud, obligando a que el cérvix se acorte, se aplaste y desaparezca, absorbido por la parte inferior del útero.
Tras un descanso más o menos breve, las contracciones se reanudan, dirigidas siempre hacia arriba y van agrandando poco a poco el orificio cervical, a lo cual 0’¡contribuye la bolsa de las aguas, cuya elasticidad permite que se insinúe dentro del orificio, por pqueño que éste sea. A cada contracción, el útero se achata y se achica y el agua que no puede achicarse, lo que hace es tomar presión y expande la parte de la bolsa introducida en el orificio, con la fuerza, hidraúlica, a la vez suave y potente del líquido contenido en ella.
Cuando la dilatación alcanzaun diámetro entre 8 y 10 centímetros, si el feto está en su debido posición, el primer diámetro que presentará a su salida será el bioccipital,
unos 7 cm. Si la mujer permanece en pie, el feto caerá en la vagina por su propio peso, lubricado por el vernix caseoso, destinado, precisamente a hacerle resbalar.
La vagina es de un tejido sumamente elástico y está separada del recto por un tabique muy delgado. La parturiente tiene la sensación de tener el recto eccesivamente occupado y su cerebro se persuade también de ello. A la salida del feto, el útero se retrae, las contracciones cesan y hay en período de descanso, como una recuperación de fuerzas preparándose para el alumbramiento, pero la mujer está muy molesta, con aquel bulto empujando contra el tabique recto/vaginal y el cerebro decide dar la orden de vaciar el recto, por el mismo procedimiento que se vcía siempre, por la contracción de los músculos abdominales, presionan de afuera a adentro y obligan al feto a salir, pero éste se encuentra en su camino un obstáculo inesperado: por la parte posterior ha salido ya parte de la cabeza, desde la coronilla al cogote, pero por delante, la cara está aún dentro de la vagina. Las eminencias frontales se han quedado paradas contra el pubis materno. Para colmo de desdichas, el periné ha decidido convertirse en canal blando del parto e impide la salida del feto, colocándose, como si fuera un capuchón sobre la cabeza fetal. ¡Vaya un problema! En el hospital lo arreglan rápidamente, con un buen tijeretazo, pero merece la pena pararse a pensar ¿por qué se comportará el periné en el parto de un modo tan extravagante?
El organismo humano es una máquina perfecta, todo vale para algo, cada órgano, cada parte del cuerpo, tiene una misión útil y concreta. Ya se sale que el periná es el suelo del abdomen que ejerce un importante papel coadyudando a sostener ensus debida posición las vísceras abdominales, pero esa intrusión en el parto, como para ne dejar salir al pobre feto, tratando de impedir o, por lo menos, retrasar su llegada a este mundo. Le di muchas vueltin en mi magín a este problema y, de repentehallé, como por milagro, la solución: La Naturaleza ha previsto que para el feto es un gran “choc” encontrarse, de pronto en un Mundo desconocido y, de momento adverso y a encargado al periné que se encargue de que el feto salga despacito, poco a poco, suavemente. ¡Pobre periné! Se juega la vida por evitar que el feto sufra al nacer bruscamente. ¡A me daba pena ver como que ponía pálido, transparente, casi como un cristal y tan frágil como si lo fuera! A todas las comadronas de mi época, nos enseñaban a proteger el periné, en la Escuela de Matronas, en las Maternidades de lasque entonces había varias muy buenas, lo aprendíamos unas matronas de otras, discutíamos si la maniobra de Olshausen era mejor o peor que la clasica de Bumm. Que periné quedara intacto, como si la mujer no hubiera parido, era motivo de orgullo profesional para todas y cada una de nosotras. Protegíamos los perinés con suavidad y amor, ibamos retirando, poco a poco nuestras manitas, mientras el periné se iba arrugando de nuevo y detrás de la frente surgían los ojos, la nariz, la boca y la barbilla del feto que salía como no por arte de birlibirloque, sino gracias a que el feto sabía hacer, sin que nadie se lo hubiera enseñado, aquellos cuatro movimientos, de rotacuón interna, flexión, deflexión y rotación externa, que todas habíamos estudiado. No sé si a mis colegas les pasaba lo que a mí, que me quedaba extasiada y maravillada al ver con cuantan precisión y limpieza los ejecutaban los fetos, ¡como si no fuera la primera y única vez que nacían, como si estuvieran acostumbrados a nacer, a respirar, a mamar! ¡¡Todo lo sabían hacer solos!! Siendo hijos de unas madres que no sabían parir, pero que tampoco tenían miedo, que soportaban estoicamente los dolores, que creíamos inevitables del parto y se olvidaban de ellos apenas tenían al bebé en sus brazos. ¡Que gratificante era ser matrona entonces, cuando el parto era un grato y alegre acontecimiento familiar, cuando cada bebé traía no un pan bajo el brazos, aunque buena falta nos hacía, sino sonrisas, amor y paz.
Consuelo Ruiz Vélez-Frías
Ha sido mujer, madre, matrona, , (ha fallecido en el año 2005) y nos ha dejado un legado de buen saber.
Mostrando entradas con la etiqueta parto respetado. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta parto respetado. Mostrar todas las entradas
jueves, 19 de agosto de 2010
lunes, 2 de agosto de 2010
Desnaturalizados
Comunicación Mensual Nro15- Julio 2010
“Desnaturalizados ”
Seguimos recopilando indicadores que denuncian la manera en que hemos alterado nuestra naturaleza.
La vida agitada, urbana, productiva y tecnológica viene atentando contra nuestra condición humana. Retomo para reflexionar el Boletín anterior dedicado al destete cuya temática -de apariencia femenina- involucra a todos. Confirmo con tristeza que en la Argentina el 78, 4% deja de amamantar antes de los seis meses. Un tiempo que toda evidencia científica e intuitiva confirma que es demasiado pronto. No me detengo a profundizar excepciones ni casos individuales que justifican un destete temprano. Hablo del promedio.
Surge una hipótesis y la comparto: el destete es un patrón vincular que da cuenta del apego con nuestras crías y cuando se vive de manera natural sienta bases de salud psíquica. Por el contrario, la manera en que se transita este proceso en la actualidad refleja una de las fuerzas que da origen a los padecimientos del hombre moderno.
Una vez más comprobamos que estamos intervenidos. No tenemos paciencia para respetar nuestros ritmos vitales. Cuesta vincularnos y sufrimos una alta tasa de “desnaturalización” que nos enferma.
Somos testigos de la intervención por todos los costados. En lo superfluo y en lo hondo: ecosistemas, nacimientos, pómulos y labios. Nos hemos dejado intervenir hasta en nuestros procesos más fisiológicos. Nos cuesta parir (el índice de cesáreas es francamente aterrador) y ni mencionar vivir conectados a nuestros ritmos internos. Somos cada vez más pobres para disfrutar de lo gratuito, y la vida es cada vez más cara.
Volviendo al destete, escuchamos incontables historias de mujeres boicoteadas para abandonar la lactancia. Falta de apoyo o simple desinformación. Infundados consejos médicos y psicológicos en nombre de la independencia, perversos intereses económicos de las leches artificiales, escasos modelos de maternaje con apego. Mujeres que pierden su poder y su derecho a dar la teta hasta que tengan ganas. Familias forjadas a entrar rápido al sistema mercantil perdiendo la gratuidad de la leche materna. Y el riesgo que supone la interrupción de ese fluido vivo que nos mantiene conectados piel a piel, haciendo gala de nuestra condición mamífera.
Podemos imaginar las primeras comunidades de hombres, y saber que la lactancia materna fue lo que mantuvo viva a la especie generación tras generación. Hoy pensamos que podemos prescindir o sustituir esta primera ligazón con tetina plástica y leche de vaca o cabra premium. Una madre primeriza preguntaba cual era la mejor leche para comprar para su bebé. La tuya. Buscamos afuera, y está adentro.
El destete es un proceso que lleva tiempo, y eso es lo que menos tenemos. Requiere respeto, escucha y estar atento a las necesidades de nuestros hijos. Cómo nos cuesta! Se ve claramente una falta de cultura de amamantamiento en las grandes urbes y cuesta integrar maternidad con trabajo.
Sin embargo, hay un grupo de mujeres que están trazando un nuevo surco.
Planteo un escenario con tono dramático pero al mismo tiempo algo esta pasando y se empieza a mover. La fuerza del péndulo que equilibra.
Un impulso que viene desde bien adentro y se manifiesta en diferentes voces y acciones. Se palpita por ejemplo en la cantidad de movimientos que revalorizan una vuelta a lo “natural” (ecología, alimentación orgánica, parto respetado, lactancia materna etc.) y en la toma de conciencia individual de que así no podemos seguir viviendo. Si continuaron leyendo hasta aquí imagino que pueden estar sintiendo algo parecido.
Lic. Carolina Gowland
Psicóloga
carolinagowland@gmail.com
TE: 1550251245
Si Ud no desea recibir esta comunicación, envíe un email a la dirección mencionada anteriormente, solicitando ser removido del listado.
“Desnaturalizados ”
Seguimos recopilando indicadores que denuncian la manera en que hemos alterado nuestra naturaleza.
La vida agitada, urbana, productiva y tecnológica viene atentando contra nuestra condición humana. Retomo para reflexionar el Boletín anterior dedicado al destete cuya temática -de apariencia femenina- involucra a todos. Confirmo con tristeza que en la Argentina el 78, 4% deja de amamantar antes de los seis meses. Un tiempo que toda evidencia científica e intuitiva confirma que es demasiado pronto. No me detengo a profundizar excepciones ni casos individuales que justifican un destete temprano. Hablo del promedio.
Surge una hipótesis y la comparto: el destete es un patrón vincular que da cuenta del apego con nuestras crías y cuando se vive de manera natural sienta bases de salud psíquica. Por el contrario, la manera en que se transita este proceso en la actualidad refleja una de las fuerzas que da origen a los padecimientos del hombre moderno.
Una vez más comprobamos que estamos intervenidos. No tenemos paciencia para respetar nuestros ritmos vitales. Cuesta vincularnos y sufrimos una alta tasa de “desnaturalización” que nos enferma.
Somos testigos de la intervención por todos los costados. En lo superfluo y en lo hondo: ecosistemas, nacimientos, pómulos y labios. Nos hemos dejado intervenir hasta en nuestros procesos más fisiológicos. Nos cuesta parir (el índice de cesáreas es francamente aterrador) y ni mencionar vivir conectados a nuestros ritmos internos. Somos cada vez más pobres para disfrutar de lo gratuito, y la vida es cada vez más cara.
Volviendo al destete, escuchamos incontables historias de mujeres boicoteadas para abandonar la lactancia. Falta de apoyo o simple desinformación. Infundados consejos médicos y psicológicos en nombre de la independencia, perversos intereses económicos de las leches artificiales, escasos modelos de maternaje con apego. Mujeres que pierden su poder y su derecho a dar la teta hasta que tengan ganas. Familias forjadas a entrar rápido al sistema mercantil perdiendo la gratuidad de la leche materna. Y el riesgo que supone la interrupción de ese fluido vivo que nos mantiene conectados piel a piel, haciendo gala de nuestra condición mamífera.
Podemos imaginar las primeras comunidades de hombres, y saber que la lactancia materna fue lo que mantuvo viva a la especie generación tras generación. Hoy pensamos que podemos prescindir o sustituir esta primera ligazón con tetina plástica y leche de vaca o cabra premium. Una madre primeriza preguntaba cual era la mejor leche para comprar para su bebé. La tuya. Buscamos afuera, y está adentro.
El destete es un proceso que lleva tiempo, y eso es lo que menos tenemos. Requiere respeto, escucha y estar atento a las necesidades de nuestros hijos. Cómo nos cuesta! Se ve claramente una falta de cultura de amamantamiento en las grandes urbes y cuesta integrar maternidad con trabajo.
Sin embargo, hay un grupo de mujeres que están trazando un nuevo surco.
Planteo un escenario con tono dramático pero al mismo tiempo algo esta pasando y se empieza a mover. La fuerza del péndulo que equilibra.
Un impulso que viene desde bien adentro y se manifiesta en diferentes voces y acciones. Se palpita por ejemplo en la cantidad de movimientos que revalorizan una vuelta a lo “natural” (ecología, alimentación orgánica, parto respetado, lactancia materna etc.) y en la toma de conciencia individual de que así no podemos seguir viviendo. Si continuaron leyendo hasta aquí imagino que pueden estar sintiendo algo parecido.
Lic. Carolina Gowland
Psicóloga
carolinagowland@gmail.com
TE: 1550251245
Si Ud no desea recibir esta comunicación, envíe un email a la dirección mencionada anteriormente, solicitando ser removido del listado.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)